El dolor del corazón puede ser suave y gentil; como una picazón, puede limitarse a señalarte el lugar de tu incomodidad.
Puede también ser insoportable, terrible, abrasador.
Y cuando lo es, ¡cuidado!
Porque puedes caer en la tentación y lanzarte contra él -o contra los reflejos que arroja sobre lo que te rodea. Puedes responder al dolor con el poder.
Lo cual, invariablemente, trae sólo más dolor.
O puedes detenerte, pararte y ver; y pedirle, con cariño y dulzura, que se aleje de tu alma uno o dos centímetros para que le eches una mirada, lo conozcas, le pongas nombre. Puedes aprender a comprenderlo, a sentir compasión por él, a amarlo.
Lo cual, invariablemente, desvanece tu dolor.
No es que el poder sea “malo” -ningún pecado lo es; es sólo que es ilusorio.
el poema es muy bueno lo bueno que ahy personas con buenos centimientos
Hola a veces veo tu pagina y simpre ecuentro cosas tan intenresantes y tan bellas , a veces cosas sabias como esta :No es que el poder sea “malo” -ningún pecado lo es; es sólo que es ilusorio…..vivimos cubotetos por la ilusion y eso lleva a la pregunta quienes somos realmente ??
Un abrazo
Johanna