Como para confirmar la idea taoísta de la constante complementariedad entre yin y yang, a la corriente exotérica (pública) de conocimiento racional, mensurable, predictivo y controlador que empezó su crecimiento a finales de la Edad Media siempre le acompañó una corriente subterránea (esotérica), cuyos autores hablaban en clave y se ocultaban detrás de símbolos y alegorías. La Alquimia, la Cábala, la Gnosis, lo mejor de la Masonería se nutrieron de ella; Mozart, E. T. A. Hoffmann, Goethe y Lewis Carroll se sumergieron en sus aguas para traernos tesoros deslumbrantes y maravillosos.
Afirma la leyenda que la sabiduría perenne se resume en un brevísimo documento, la Tabla de Esmeralda, atribuida al fabuloso Hermes Trismegisto. En ella leemos:
Lo de abajo es como lo de arriba, y lo de arriba es como lo de abajo, para obrar los milagros de una sola cosa.
¡Una frase que siempre me ha fascinado! Y una excelente descripción del “holón”, siglos antes del término.
Desde hace años, he reflexionado sobre estas palabras. Aún tengo la sensación de que su sentido se me escapa.