Tanto las sociedades como las personas son máquinas de repetición, instrumentos del universo para volverse sobre sí mismo y repetirse siempre de manera distinta.
También son máquinas de cambio, hechas para alterar sistemáticamente el devenir.
Porque el mayor misterio no es de dónde vienen las cosas –su causa– o hacia dónde van –su fin–: es saber por qué continúan existiendo del mismo modo que antes –su permanencia; o impermanencia, si preferimos el término contrapuesto pero idéntico.
No es el Creador, Brahma, o el Destructor, Shiva, quien importa; es Krishna, el Conservador. Y la pregunta eterna: ¿Cómo conseguimos seguir siendo «yo» o «nosotros»? ¿Cómo consigue nuestra sociedad seguir siendo como era?
O en palabras de Krishnamurti: el verdadero misterio es ¿cómo reencarna mi yo de ayer en mi yo de hoy?
Un hombre que vive nunca pregunta ¿qué es la vida? y no tiene teorías sobre el vivir. Sólo los que viven a medias hablan del propósito de la vida. (J. Krishnamurti)