A veces haces cosas que no entiendes.
Cosas que nacen de ti, sin explicación ni lógica, insospechada, incoherentemente. Cosas no necesariamente malas; pero siempre incómodas, incomprensibles, inasibles.
Más aún: de su misma impenetrabilidad se deriva su incomodidad, más próxima a la estupefacción que a la vergüenza o la culpa. De repente te distancias de ti mismo; otro, un perfecto desconocido, te saluda sonriendo aviesamente. Pero ese otro eres tú.
¿Por qué lo has hecho? Y ahora que lo has hecho, ¿ha sido tan malo? ¿O tan bueno? Sólo sabes que no estás a gusto; y, lo que es peor, que alguien tampoco lo está –tal vez por tu causa. ¿O no?
Son cosas como éstas las que masticas, año tras año, en espera de la iluminación.
Adam Smith
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