Todo el mundo sabe qué es el “lenguaje no verbal“: sencillamente, el conjunto de gestos, tonalidades y movimientos que acompañan la comunicación verbal modificando o calificando su sentido. Se dice, por ejemplo, que “el 80% de la comunicación es no verbal”, que es la clave para el éxito en las relaciones, que “el cuerpo habla”…
Es cierto que la comunicación corporal es crucial para transmitir efectivamente lo que queremos decir y para interpretar lo que nos dicen los demás. Y es verdad que conocer sus secretos es de gran ayuda para dar una conferencia exitosa o presentarse positivamente en una entrevista.
Pero, antes de develarlos, hay que desbrozar el camino. Existen muchos mitos acerca de ella, ideas erróneas que muchas personas han adoptado y mantenido por la fuerza de la costumbre. Ideas que impiden su comprensión y crean un inmerecido halo de magia y misterio en torno a quienes afirman dominarla.
Mitos de la comunicación no verbal
Por ejemplo, hay quienes aseveran que la posición de los ojos indica si estamos recordando o imaginando y si el contenido de nuestro recuerdo o fantasía es visual, auditivo o sensorial-kinestésico. Lo cual, a juzgar por la investigación, es falso. Ni las personas tenemos un “sistema preferido de representación” (visual, auditivo, kinestésico) ni el movimiento ocular predice la naturaleza o contenido de la actividad de la consciencia.
Otros afirman que con un poco de entrenamiento es posible aprender a detectar las mentiras a través del lenguaje no verbal. Si bien es cierto que tal cosa es posible (más que nada a partir de las microexpresiones descubiertas por Paul Ekman), parece requerir mucho más que un breve aprendizaje. Ekman demostró que sólo 50 de 20.000 personas (un 0.25%) fueron capaces de detectar consistentemente las mentiras en los demás (con un nivel de éxito del 80%); los llamó “Magos de la Sinceridad“. Se sigue estudiando la forma en que estos “Magos” llegaron a esa magia tan particular; mas está claro que adquirir la capacidad de “leer” la mentira en el cuerpo de los otros requiere años de entrenamiento y práctica.
Secretos de la comunicación no verbal: proxémica y kinésica
Lo que sí es cierto es que se puede aprender a interpretar grosso modo el lenguaje no verbal. Y que estudiarlo a consciencia permite no sólo entender mejor a los demás (facilitándonos el ponernos en su lugar) sino transmitir mejor lo que queremos (al hacer más coherente nuestro discurso con el tono de nuestra voz, nuestros movimientos y gestos al pronunciarlo). Nos ayuda, por tanto, a ser fieles a nosotros mismos: a esclarecer y perseguir la Vía de la Esencia.
¿Cómo hacerlo? ¡He aquí algunas pautas sencillas y claras!
En principio, el “lenguaje no verbal” se divide en tres aspectos interrelacionados pero diferentes:
- La paralingüística: los códigos sonoros que acompañan la emisión del mensaje verbal (tono, volumen y timbre de voz, velocidad del discurso, etc.);
- La kinésica: los gestos y movimientos del cuerpo que hacemos a lo largo del discurso;
- La proxémica: el manejo del “espacio personal” y la distancia entre el hablante y sus interlocutores.
Lo verbal es el cuadro, lo no verbal el marco
Estos tres aspectos operan al mismo tiempo para transmitir una impresión global que califica lo que manifestamos verbalmente. En otras palabras, el lenguaje no verbal no es propiamente parte de lo que se dice mediante las palabras sino que define el marco en el cual se interpretan dichas palabras. Y este marco siempre se refiere a la relación entre quien habla y quienes escuchan.
Una misma frase puede adquirir sentidos completamente diferentes según el tono en que se exprese y los gestos y movimientos que la acompañen. Si digo “abre la puerta” brusca e intensamente, con el ceño fruncido, la voz grave, clavando la mirada, sugiero que estoy molesto o irritado y convierto la frase en un imperativo; si lo hago con una amplia sonrisa, una voz cálida y mirando de frente sugiero que estoy a gusto y la frase se vuelve un pedido entre iguales; por último, si inclino la cabeza un poco a un lado, me agacho ligeramente y sonrío con timidez, sugiero que me encuentro un tanto incómodo y apocado y transformo la frase en una petición de compasiva ayuda.
Pero además de alterar el sentido de la frase, lo no verbal modifica la relación que me une con quien me está escuchando. En el primer caso, es posible que lo enfade o perturbe y que, por tanto, le produzca resistencia a cumplir mi orden; en el segundo, que bromee conmigo mientras abre la puerta; y en el tercero, que lo haga con presteza (o corra en mi ayuda) para librarse del malestar de verme tan frágil o indefenso
Los temas cambian, las relaciones perduran
Más allá de lo que se habla en cada ocasión, de los acuerdos que se alcanzan (o no) en cada interacción, el desenlace de las futuras interacciones con una persona depende en buena medida de la relación que he logrado establecer con ella. Si el contenido define el presente, la relación define el futuro. De ahí que sea fundamental aprender a gestionarla adecuadamente para maximizar las posibilidades de un reencuentro positivo y de mutuo beneficio.
Y ya que, a su vez, la relación se negocia y define mediante el lenguaje no verbal, saberlo interpretar otorga una gran ventaja. Quien lo hace puede intuir cómo se está sintiendo su interlocutor y reorientar su propia comunicación de acuerdo con ello. Lo que es más, puede entrenarse para comunicar con fluidez y autenticidad maximizando la eficacia de sus mensajes sin perder de vista sus valores.
Las reglas de oro y plata
La primera y más importante regla para aproximarse al lenguaje no verbal es:
Nunca interpretar un gesto o dato aislado sino la totalidad del mensaje.
La sonrisa puede fingirse con algo de éxito porque estamos habituados a controlar a voluntad los músculos de la boca; pero es muy difícil entornar adrede los ojos de la manera apropiada. O bien exageramos o bien no lo conseguimos (de ahí la típica “sonrisa de foto”). Por tanto, hay que estudiar la totalidad de la cara, el cuerpo y el movimiento, y no un mero detalle.
La segunda regla es:
Para comunicar eficazmente hay que estar cómodo con uno mismo, los demás y el entorno.
Las personas que se sienten cómodas en una interacción sonríen más, se muestran relajadas y espontáneas, respiran al compás de la charla, pasan más tiempo mirando a sus interlocutores que al vacío y se “conectan” con ellos vibrando al unísono. Para estar cómodo hay que ser congruente: lo que uno siente y piensa debe armonizar con lo que dice y hace y con los valores y expectativas. La mentira es difícil de detectar, la incongruencia es harto evidente.
Los tres ejes de la comunicación no verbal
La comodidad se manifiesta en tres ejes fundamentales sobre los que podemos proyectar el lenguaje no verbal de las personas para descifrar su sentido. El primero pertenece a la kinésica, el segundo a la proxémica, el tercero es transversal a los tres aspectos. Cada eje sugiere algo distinto sobre la forma en que la persona está experimentando la relación con sus interlocutores; sin embargo, cuanta mayor es la intensidad emocional, más en paralelo suelen funcionar.
El primero es el eje abierto-cerrado. Tracemos una línea que vaya de la coronilla a la pelvis pasando por la frente, la nariz, el plexo solar: esta es nuestra zona más vulnerable y por ende la que tendemos a proteger ante cualquier amenaza, real o metafórica. Estar abierto es dejar esa línea al alcance potencial de los interlocutores, lo cual transmite seguridad y comodidad y define la relación de manera positiva. Uno sólo se “abre” cuando siente que la situación está bajo su control (a menos que quiera aparentar dominio y superioridad, en cuyo caso tiende a exagerar la apertura echando hacia adelante el pecho, imponiéndose sobre la inseguridad).
Hay dos formas de “cerrarse”: bloquear la línea central (cruzando brazos o piernas) o reducir oblicuamente la superficie de exposición (colocándose más o menos de lado). Cuando uno está algo nervioso mientras da un discurso o dicta una clase puede apreciar esta tendencia a “cerrarse”: por más que quiera evitarlo, las manos se entrecruzan nerviosamente al frente de su pecho y su cuerpo se pone en diagonal al público. Una persona que se encuentra agobiada por la cháchara de su interlocutor (pero que no puede alejarse sin más) le comunicará involuntariamente su malestar cruzando sus brazos, poniéndose de soslayo y mirándolo con menos frecuencia.
El segundo es el eje próximo-distante. Cada cultura establece un límite mínimo, un “espacio personal” cuya invasión produce malestar: por ejemplo, los nórdicos tienden a colocarse más lejos que los latinos al charlar o compartir una actividad. En función de esta variabilidad cultural, en general, la distancia física entre los interlocutores responde, en parte, a su distancia emocional y de status –lo que influye en la comodidad que experimentan uno con otro.
Imaginemos que estamos sentados en una entrevista con alguien que nos intimida. Además de “cerrarnos”, cruzando los brazos o girando la silla, nos descubriremos echando para atrás nuestro cuerpo desde la cintura de forma que la cara y el pecho se alejen del entrevistador. Si nos percatamos de esto y tratamos de corregirlo a la fuerza nos sentiremos incómodos; a la primera distracción volveremos a cerrarnos y distanciarnos. No se trata de obligarnos a estar más cerca sino de calibrar con precisión y sensibilidad el punto exacto en que tanto nosotros como nuestro interlocutor nos encontramos a gusto; y de tomar nuestra tentación de alejarnos como indicio de que nos sentimos inquietos por alguna razón.
El tercero es el eje relajado-tenso. La tensión se manifiesta en todos los aspectos no verbales: el volumen y timbre de la voz, la distancia, la apertura. Pero es más notoria en el tono muscular del cuello, los hombros, la mandíbula, el entrecejo y los brazos y en el ritmo fluido, no espasmódico, de los movimientos. En una manada de gorilas, el macho dominante es siempre el más relajado, elegante, cadencioso y dueño de sí mismo.
Estar relajado no significa estar “caído”, chorreado sobre uno mismo; aquí, los hombros se encogen, la pelvis retrocede, las rodillas se doblan y las puntas de los pies se juntan transmitiendo cansancio, desaliento o aprensión. Significa estar confortable, preparado e inmerso en la interacción; no presto a saltar como un resorte ante cualquier provocación ni desarmado y sin esperanza de poderla manejar. La tensión es clara señal de que algo va mal; si persiste, de que no sabemos qué es, cómo resolverlo o de que no nos creemos capaces de hacerlo. Los demás perciben subliminalmente nuestra tensión y tienden a ponerse a la defensiva, lo que dificulta la comprensión mutua y la transmisión de un mensaje congruente y positivo.
Leyendo la actitud del otro: un ejercicio práctico
A partir de las dos reglas y los tres ejes podemos lanzarnos a la práctica: sentarnos en un sitio cómodo desde el que podamos mirar a la calle o algún otro lugar muy frecuentado y dedicarnos a “leer” lo que las personas dicen sin saberlo al moverse e interactuar. Este ejercicio nos ayudará a aumentar nuestra consciencia del lenguaje no verbal de nuestros interlocutores; y, a la larga, de nosotros mismos.
Un primer ejemplo: he aquí una pareja en plena interacción. ¿Qué está ocurriendo entre ellos?
Saludos, Esteban, espero te encuentres bien.
Interesante ejercicio, mi análisis al respecto sería el siguiente:
Existe tensión en la pareja, ambos están molestos, aunque ella tiene más ira (por lo menos más evidente) y el finge desinterés y aparenta seguridad.
No se miran el uno al otro y no están frente a frente. Ambos se cierran.
La ira de la chica se muestra en la presión en su boca (como evitando decir algo) El rostro y las manos en los bolsillos del chico refleja displicencia (de ahí, su supuesta seguridad).
Ambos tienen sus manos en los bolsillos (no sé qué significaría).
Podría aventurarme a decir, que ella previamente le había reclamado algo, mientras el responde con indiferencia (tal vez cinismo).
O tal vez nada de eso, es simplemente una foto tomada desde cierto ángulo, y son dos personas desconocidas que esperan el metro.
Gracias y hasta pronto.
Hola!
Muy buen análisis! Podemos descartar que son desconocidos por dos motivos:
-la orientación de sus cuerpos: los desconocidos tienden a mantener sus rostros y líneas centrales bien apartados (orientándose al frente, por ejemplo, o en direcciones opuestas); en la foto, las líneas centrales de ambos se cortan.
– la cercanía relativa, que no significaría nada si se encontraran en medio de una multitud pero que al hallarse solos sugiere que se encuentran imbuidos en una interacción.
Buena observación, la mandíbula apretada de ella y su interpretación, bastante plausible. Un poco menos notoria, pero también visible, es la contracción de las comisuras de los labios de él, ligeramente estiradas hacia atrás: gesto que refleja, contextualiza y coincide con el de ella.
Hay que añadir otro elemento: la diferencia, sutil pero importante, entre las posturas. Ambos tienen los pies en ángulo de manera casi refleja; pero los de ella están menos abiertos que los de él. ¿Qué podría significar este detalle, contextualizándolo en el resto de sus posturas y gestos?
Saludos de nuevo, gracias por tus palabras, he pensado en la pregunta:
En cuanto a la misma, podría significar que ella se muestra más rígida “cerrada” e inflexible en cuánto a la situación y por otro lado ¿jugaría también un papel importante la cultura ?
Hola, he encontrado un vídeo relacionado al tema:
exccelente recopilacion de informacion y analisis
Me alegro de que le haya servido. saludos!
Excelente información. Puedo agregar que él está apoyado en ambos pìes, miestras que ella lo hae sobr el lado derecho, con pierna izquierda relajada.
Al parecer, ninguno de los dos se mira de manera directa.
Hola mi nombre es Susana, hace tiempo que me fascina el lenguaje corporal, ya que indican muchos trucos a la hora de sociavilizarte con la gente. Quizas llege tarde para contestar este questionario pero de todos modos lo voi hacer esperando respuesta.
Mi observacion de la foto se asimila a la de FIdda, lo que analizo son dos conocidos por como bien ais dicho el espacio personal que cada persona necesitamos si fuesen desconocidos estarian mas separados, la postura del chico indica como bien haveis dicho seguridad pero tambien pirque tiene los dedos fuera de los bolsillos no dentro y cerca de su pelvis eso es lo que lo indica. . Ella en cambio tiene las manos en la porte de atras lo que esta dejando abierta la zona del prexo solar eso quizas me indique no significa una amenaza para ella ni tampoco esta a la defensiba simplemente esa persona le es de poco interes o bien la persona o la conversacion que mantienen. Tambien tiene el eje de los pies bastante cerrados pero uno de ellos indica como al lugar donde quisiera ir, creo que seria el alejarse y dekar de mantener la conversacion.DEl resto ya se ha dicho asique solo queria puntualizar esos detalles que vi. Y aunque sea tarde esperar respuesta. Gracias
Hola, efectivamente has notado algunos detalles importantes, como el del plexo solar y los pies. Saludos,