Todos somos ángeles

Hay gente que tiene un vacío en su interior; un pozo negro que se traga todo lo que encuentra, una red donde se agazapa una araña. Gente a la que parece haber alcanzado una maldición inexorable, el odio de un dios ignoto. Gente que hace daño, muchísimo daño –y que sufre lo indecible por ello; que pone todo su empeño en evitarlo –y sólo consigue agravarlo aún más; que trata de sobrevivir haciendo caso omiso de su propio dolor –y fortaleciéndolo en el ínterin.
Es gente que acumula sumas ingentes de nobleza y angustia, de culpa y autosacrificio; gente cuya mera existencia es testimonio del atroz milagro que nos une y nos divide.

Mysterium Tremendum

Creí escuchar que la etimología derivaba la palabra “ángel” de una expresión que significaba “Heraldo de Dios”. Si es así, todos somos ángeles, alguna vez; pues en todos se encarna el infinito cuando es preciso.
Y cabe recordar que la divinidad no es siempre benévola; por el contrario, también es ilimitadamente atroz. También la muerte es portentosa, no menos que el nacimiento –lo grotesco no menos que lo bello, lo abyecto tanto como lo sublime.

Kali, la Terrible

Así que estas personas deben de ser ángeles constantemente, sin descanso, cada segundo; ángeles de tristes facciones y desgarradora mirada, de almas afiladas como espadas y corazones ávidos de sangre.
Una carga muy, muy pesada.

Conozco a una de ellas.

The Three-Faced

Who calls her two-faced? Faces she has three:
The first inscrutable, for the outer world;
The second shrouded in self-contemplation;
The third, her face of love,
Once for an endless moment turned on me.

Robert Graves

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