Un caso de la vida real
Una chica, amiga tuya, a la que acaban de pedir en matrimonio. Te topas con ella –ya conocías la buena nueva– y le pides que te lo cuente con gran interés. Abre la boca, complacida, y lanza: “¡Ah! ¡Hubieras visto el anillo! ¡Qué anillo!”
Un cuento de las Mil y una Noches
Un amante que ha esperado muchísimo tiempo para reunirse con su amada, la prometida de otro. Por fin, la noche anterior a la boda, aprovecha su oportunidad y se filtra en su habitación. La encuentra, semidesnuda, recostada en su lecho, con los ojos entreabiertos. Sus labios y sus pechos esbozan una tímida bienvenida. El amante se aproxima, con cautela y sigilo; acerca su rostro al de la amada –y descarga estilizadamente una retahíla de versos compuestos para la ocasión.
El villano, con voz afligida y humilde gesto, dice a la madre del niño, su mujer: “perdóname, por favor… ¡Perdóname!” Sabe que ha fallado: la maltrata, dándole órdenes y castigándola si no las cumple. Ella lo observa en silencio, mucho tiempo; sacude la cabeza y no responde. Aquel se enfada de súbito y grita: “¡te he dicho que me perdones!”
En realidad, ¿está pidiendo perdón?
¡Recibí el golpe esperado!
Mi bienamada me abandonó.
Mientras la tuve,
era fácil despreciar el amor y exaltar todos los renunciamientos.
Cerca de tu bienamada, ¡ay Khayyám! ¡qué solo estabas!.
¿Comprendes?
Se fue para que tú pudieras refugiarte en ella…