Hace ya muchos años, dentro de los programas de maestría en los que participaba, me vi en la tesitura de supervisar varios grupos de aprendices en sus primeros encuentros con la psicoterapia. Mi conocimiento de supervisión era ante todo empírico, destilado de las que había tenido la suerte de compartir con varios maestros y maestras de la psicoterapia; pensé, por tanto, que para supervisar adecuadamente debía organizarlo y precisarlo apelando a la literatura sobre el tema.
Para mi sorpresa, una búsqueda exhaustiva de libros y artículos me demostró que no existía ni un solo manual de supervisión terapéutica propiamente dicho; por no hablar de uno que pudiera aplicarse independientemente del enfoque, factor fundamental ya que, por las características de los programas formativos en que yo trabajaba, tenía que supervisar a terapeutas formados en teorías muy distintas (cognitivos, sistémicos, psicodinámicos y humanistas).
Así, en ausencia de una guía, comencé a organizar mis observaciones e ideas sobre la supervisión, primero sólo para mí mismo y luego para algunas maestrías que me pedían capacitación específica en cómo supervisar. Eventualmente comprendí que, si quería supervisar terapeutas de enfoques tan contrastantes, tenía que ir más allá de sus diferencias para aprehender lo que los unía (idea que ya he defendido en varias ocasiones). Es decir, una teoría de la supervisión exigía crear un metamodelo de la psicoterapia.
Ese metamodelo es la médula (pero no la totalidad) de mi “Guía Integral de Supervisión en Psicoterapia” (Ed. Morata, 2020):
- La supervisión no es sólo resolver el caso problemático sino ayudar al terapeuta a desarrollarse como tal;
- Este desarrollo no es desordenado sino que sigue un patrón predecible en función de la evolución de la epistemología del terapeuta, es decir, de cómo es capaz de conceptualizar los casos que enfrenta y la esencia de su misma práctica;
- Existen, por ende, cinco niveles de desarrollo epistemológico que van del aprendiz al maestro/a pasando por el practicante, el terapeuta propiamente dicho y el experto,
- Cada uno de los cuales se puede identificar con ciertas preguntas clave,
- Que el/la supervisor/a pueden emplear para aquilatar en qué nivel se encuentra un supervisado con el fin de propiciar su evolución al nivel inmediato superior
- Por medio de otras preguntas también específicas para cada nivel.
El libro aborda muchos otros temas: un mapa de cómo asesorar eficazmente, una discusión sobre cómo este metamodelo revoluciona no sólo la práctica y la formación de la terapia sino su participación en una sociedad cada vez más individualista y crematística, etc. Pero es sobre estos cinco niveles que versó el conversatorio que impartí hace unos días y que comparto a continuación: el resumen más claro de mi metamodelo del desarrollo del terapeuta.