Este amor, si podemos llamarlo así, dado que es incapaz de convertirse en odio, los trasciende a ambos. No es como una flama fluctuante que puede apagarse en cualquier momento; es más bien una iluminación reposada que se perpetúa a sí misma. Este amor que no puede ser defraudado ni fortalecido desde fuera, que junta bondad, compasión y gratitud, que no corteja ni es complaciente, no se impone, no demanda, perturba o persigue, que no da para recibir, posee un poder fascinante precisamente porque rehúye todo poder. Es amable, fluido, a la larga irresistible. Incluso las cosas supuestamente inanimadas se abren ante él; los animales, siempre cautos y suspicaces, se fían de él.
The Method of Zen, Eugen Herrigel