El cuento
Imagínate que te encuentras con Dios y te dice: “mira, hijo, aquí tienes las llaves del paraíso. Pasa y ponte cómodo; estás en tu casa”.
Supongo que nadie dudaría un segundo en aceptar la propuesta; es más, ni siquiera se les ocurriría pensar que hay margen para la duda. Lo harían, y listo.
Pero ¿y si tuvieras la firme convicción de que en tu interior mora una serpiente –la misma que tentó a Eva? ¿De que al poner un pie en el Edén sembrarías las semillas de su destrucción?
¿Entrarías al paraíso, a pesar de todo?
La moraleja
Yo no lo haría. No lo hice.
Lo que hice fue abdicar del paraíso y lanzarme a la caza de la serpiente. Y la he acechado durante años, noche y día, sin descanso.
Sólo para descubrir que ella también me ha acechado a mí. Pues el milenario chiste de la rata y el conductista es terriblemente acertado: “tengo a mi experimentador completamente condicionado”, dice la rata a una amiga; “me da comida cada vez que aprieto una palanca”.
El desenlace
Ahora he abandonado la caza -porque es como cazar tu propia sombra. Y he encontrado otros paraísos, menos fantásticos, más terrenales. La serpiente sigue viva; más aún, se fortalece hora tras hora.
Y yo con ella.
I’ve been thinking about our fortune
And I’ve decided that we’re really not to blame
For the love that’s deep inside us now
Is still the same.