La sociedad hobbesiana: resultados finales de la Investigación Confianza

He recibido los datos finales de la Investigación Confianza (de la que he hablado aquí, aquí y aquí). Han sido recopilados por HABITUS Investigación. Son representativos de los jóvenes de Quito, entre 18 y 23 años.

Y pintan una realidad dramática. Jóvenes extremadamente desconfiados y suspicaces, temerosos y siempre alerta por si les acecha algún peligro, dispuestos a saltarse las normas con tal de salirse con la suya y evitar los riesgos. Jóvenes que ven al ser humano como esencialmente egoísta, interesado, reacio a ofrecer ayuda; que contemplan como principal solución la “mano dura” -colindante con el autoritarismo y la violencia.

Las cifras hablan por sí mismas. A la pregunta “¿Cree usted que si uno no es cuidadoso, la gente se aprovecha de uno?”…

Confianza

…¡el 90% responde que sí!

Y a “Aunque no nos guste admitirlo, a veces es necesario hacer trampa”…

Trampa

…¡un 67% responde “de acuerdo-muy de acuerdo”!

(Más resultados, aquí).

Esos resultados confirman la hipótesis que trazaba en “Las instituciones desde la perspectiva psicológica: el punto de vista evolutivo” (publicado en Instituciones e Institucionalismo en América Latina) y retomaba en la ponencia presentada en el Congreso de 50 aniversario de FLACSO: vivimos en una “sociedad hobbesiana”, anclada en la suspicacia como paradigma de las relaciones humanas.

Como decía en este texto: “…cuando imagino que, detrás de sus sonrisas, los demás están esperando un instante de debilidad para causarme daño, tengo por fuerza que conducirme mendaz y astutamente. Mi vida se convierte en un juego de suma cero, en un eterno dilema del prisionero”.

La desconfianza, pues, subyace a la conducta antinormativa y su justificación (anticiparse al daño, atacar antes de ser atacado); a la sensación de inseguridad y vulnerabilidad (si creo que mis congéneres son egoístas, falaces y taimados, es natural que deba estar siempre a la defensiva); al recurso a la violencia. Donde “el hombre es lobo del hombre”, ¡mejor ser el lobo más fuerte!

Un escenario complejo para el Ecuador. Creo que en tanto no abordemos este tema, ninguna Constitución, ningún Presidente, ningún movimiento va a sacarnos del atolladero. Sólo nosotros mismos, cada uno, todos.

Un claro desafío para nosotros, psicólogos: salir al paso de este conjunto de creencias tan generalizado y potente. Sanar esta sociedad que sufre y tropieza una y mil veces con el mismo obstáculo; este país cuyas soluciones son, casi siempre, parte del problema.

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