Uno de los aspectos más fascinantes de la interpretación de los sueños es que la investigación al respecto avanza a pasos agigantados y trae consigo constantes sorpresas. Sorpresas que a veces caen en lo irónico.
Hobson, 1975: “El sueño no significa nada (¡Adiós, Freud!)”
J. Allan Hobson es uno de los investigadores más importantes del sustrato neural del sueño. Se hizo famoso ante todo por dos cosas: proponer (en 1975) el “modelo de síntesis de activación” y cuestionar agriamente la entonces dominante teoría freudiana del sueño -y, por extensión, toda la obra de Freud.
El modelo de síntesis de activación sostiene que el sueño (las imágenes y experiencias que sentimos al soñar) es un mero “epifenómeno”, un resultado del intento del cerebro anterior de sintetizar y organizar los inputs suscitados por la activación cíclica y aleatoria de ciertas zonas colinérgicas del tallo pontino cerebral. Estas zonas segregan acetilcolina -que suscita la fase REM (Rapid Eye Movements) del dormir, en la cual es mucho más probable soñar; a su vez, inhiben a, y son inhibidas por, otras zonas que secretan norepinefrina y serotonina. Cada 90 minutos se invierte este equilibrio químico: las zonas colinérgicas se imponen sobre las demás, generando el estado REM e induciendo disparos al azar de las zonas perceptuales (sobre todo oculares) y motrices del cerebro. La corteza, que no distingue la vigilia del sueño, intepreta estos disparos como inputs del mundo exterior e intenta ordenarlos lo mejor que puede, creando una secuencia de imágenes tan carente de sentido como enigmática. Luego, las zonas que emiten serotonina y norepinefrina se activan, inhibiendo la secreción de acetilcolina y sacando a la persona de la fase REM. Y así, una y otra vez, hasta el amanecer. Continue reading